La muerte es una madre nuestra antigua,
nuestra primera madre, que nos quiere
a través de las otras,siglo a siglo,
y nunca, nunca nos olvida;
madre que va, inmortal, atesorando
—para cada uno de nosotros sólo—
el corazón de cada madre muerta;
que esta más cerca de nosotros,
cuantas más madres nuestras mueren;
para quien cada madre sólo es un arca de cariño que robar
—para cada uno de nosotros sólo—;
madre que nos espera, como madre final,
con un abrazo inmensamente abierto,
que ha de cerrarse, un día, breve y duro,
en nuestra espalda, para siempre.
Juan Ramón Jiménez
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1 comentarios:
Y por aquí también te sigo. Ánimo con el reto pero te has metido en un lío... Jajajajaja!
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